Cuando los jugadores tenían sus propias ideas…

octubre 19, 2021
Guillermo Stábile Cuando los jugadores tenían sus propias ideas

Por Guillermo Stábile.

Guillermo Stábile, “El Filtrador”, Fue subcampeón y goleador de la primera Copa del Mundo Uruguay 30 con ocho anotaciones en cuatro partidos. Jugó en Italia vistiendo los colores del Génova y del Napoli. En Francia jugó para el Estrella Roja de París. Fue director técnico durante 20 años de la selección argentina.

El Uruguay y la Argentina eran dos equipos que tenían una afinidad técnica y táctica. Se jugaba de una manera parecida en ambos conjuntos, sin marcaciones personales. Se producían cambios de posición entre el zaguero derecho y el half del mismo lado, que llevaban al half a marcar al wing y al zaguero sobre el insider. De esa forma se aproximaba más a una WM que a las tácticas de 1966, cuando la WM ha desaparecido o se usa sólo en muy determinadas circunstancias. La base del juego, tanto para la Argentina como para el Uruguay, era la calidad individual. Y como los jugadores poseían una maravillosa riqueza de medios, el espectáculo era extraordinario, muy superior al que suele verse desde que se impusieron las consideraciones tácticas.

En el desarrollo del juego no intervenía para nada el director técnico. Era la inteligencia del jugador la que le permitía elegir lo que convenía hacer dentro del partido.

Tambien entonces los jugadores sabían cuándo había que defenderse retrocediendo, cuando había que retener la pelota, y todo el resto. Cosas que ahora llamamos modernas, pero que en ese momento surgían de la inteligencia de esos jugadores, una inteligencia superior porque se había hecho por si misma, desde niños, sin que nadie les hubiera enseñado nada.

Nosotros los jugadores hacíamos reuniones, conversaciones sobre los partidos que debíamos jugar, y sin que nadie se sintiese director intercambiábamos ideas sobre nuestros futuros adversarios, sus puntos fuertes y sus puntos débiles, como convenía jugarles, a que hombre debía marcarse especialmente, etc. En ese entonces el centre-half tenía una enorme importancia y en la Argentina era Monti. Se tomaba a uno de los jugadores y se le decía, por ejemplo “A ese rival hay que frenarlo, no se le puede permitir que tome el papel de director de orquesta”. Podía ser Monti, y él sabía lo que tenía que hacer. Había una preparación teórica para enfrentar al adversario “Encargate de insider cuando yo me voy, mira que es peligroso”. O si no “El número cinco se hace el Toscanini, hay que impedirle que tenga libertad de acción”. Sólo que no decíamos “el número cinco”, porque los jugadores no tenían número. No era, como hoy, una organización técnica perfecta, pero se tomaban precauciones entre los mismos jugadores, y como los jugadores eran sumamente inteligentes, cada uno daba su opinión y los consejos que considerase oportunos. 

En ese instante, puede preguntarse si los jugadores de entonces eran más inteligentes que los de ahora. Respondo que sí, porque hoy en día se va limitando poco a poco la libertad de acción, se obliga a los jugadores a atenerse a las instrucciones recibidas y como ésto comienza desde las divisiones inferiores, cuando llegan a primera son hombres incompletos, cuya personalidad no se basa en los recursos individuales de técnica y habilidad libremente desarrollados, sino en la enseñanza recibida desde niños. Y entonces de grandes les falta algo. Se  llega al absurdo de que los jugadores le pregunten al técnico “¿Cómo debo jugar hoy, profesor?”. ¿Quién puede prever lo que ocurrirá en el campo? Los problema técnicos surgen inopinadamente, por supuesto que influyen los sistemas de marcación o la capacidad atlética, pero cuando surgen los problemas cada uno debe resolverlos por sí mismo.

La primera edición de la Copa del Mundo fue una competencia sin anormalidades. En la final hubo presión por parte del público pero era lógico esperarla. Algunos hinchas se acercaron al vestuario del árbitro Langenus cuando finalizó el primer tiempo y estábamos ganando por 2 a 1, pero la actuación del belga puede considerarse como buena en tales circunstancias.

El fútbol uruguayo poseía un grupo de gran calidad, que ya habían conquistado dos torneos olímpicos y se encontraban al comienzo de su declinación. Nosotros los argentinos teníamos siempre el público en contra, aun en los partidos iniciales, porque los locales habían adivinado que éramos los únicos rivales con posibilidades de disputarles el título. Y el blanco especialmente elegido era Luis Monti, porque era un jugador muy fuerte. Continuó siéndolo en Italia donde prosiguió su campaña.

En el partido final perdimos por 4 a 2. Al final del primer tiempo ganábamos 2 a 1. Abrió el score el puntero uruguayo Dorado, a los 12’. Igualó Carlos Peucelle a los 20’, y a los 37’ tuve la suerte de desnivelar. Un par de minutos más tarde, me perdí un gol imposible.

Si lo hubiera conquistado, estoy seguro de que nosotros hubiéramos sido campeones. Pero en el segundo tiempo llegaron tres goles celestes, marcados por Cea, Iriarte y Castro.

¿Los mejores jugadores de ese primer Mundial? Los más representativos eran los uruguayos y los argentinos, los resultados lo dicen claramente. En la defensa argentina hay que citar a Arico Suárez, entre los delanteros a Varallo.

Los mejores entre los uruguayos: el capitán Nazzasi, el negro Andrade, Gestido, Héctor Scarone, Petrone, Cea y el manco Castro. Entre los europeos, recuerdo al arquero yugoslavo Milovan Yakchitch, que era buenísimo, como su colega Thépot, de Francia. Entre los galos, también me acuerdo de Marcel Pinel, un óptimo insider izquierdo, el half derecho Chantrel, Marcel Delfour y el medio Mattler. Los jugadores de entonces estaban a la altura de los mejores de hoy, sólo jugaban a un ritmo ligeramente inferior. Pero si se corre demasiado jugando al fútbol, las cosas no se hacen bien.

Publicado en “Tuttosport” de Italia, el 1ro de junio de 1966.

Guillermo Stábile. Cuando los jugadores tenían sus propias ideas.
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